Julio Cortazar es uno mis escritores favoritos. Ya se lo que estas pensando... Rayuela ¿no?. Pero dejame que te cuente, tengo una disputa con ese libro. Si, lo empiezo, pero nunca lo termino. Y es que me abruma. Empezando porque antes de leerlo hay que decidir como leerlo y no hablo de lugar o posicion. Hay dos formas de leer "Rayuela". Una es la convencional, capitulo uno, capitulo dos y asi sucesivamente, y la otras es empezando por el capitulo 17 (creo, ahora no recuerdo bien) y siguiendo con el capitulo que se indica al final del mismo. Ya eso me genera una duda existencial, porque empiezo a leerlo de la manera convencional, pero pienso que me estoy perdiendo de algo muy emocionante si no sigo el metodo Cortazar. Entonces me paso, y ahi otra vez la mortificación... y si mejor lo leo de la manera convencional y despues salteado y asi me sorprendo, entonces vuelvo a cambiar. Y empieza otra vez todo de nuevo. Por lo general termino revoleando el pobre libro por los aires, mientras le grito "sos chiflado, jodidamente chiflado".
Sin embargo siempre vuelvo a Rayuela. Y no es que me guste sufrir, sino que hay un capitulo de este libro que me pierde y de todas las veces que tomo ese libro, sin excepción, mis ojos terminan en estas líneas...
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,
voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si
por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta
cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,
hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi
mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida
entre todas, con soberana libertad elegida por mí para
dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar
que no busco comprender coincide exactamente con
tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te
dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y
entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez
mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre
sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando
confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando
apenas la lengua en los dientes, jugando en sus
recintos donde un aire pesado va y viene con un
perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos
buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la
profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si
tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos
mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa
instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y
un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar
contra mi como una luna en el agua.
Y después de esto, que me importa que seas jodidamente chiflado...